jueves, 6 de junio de 2013

Premio Cuéntame un Cuento 2º Ciclo



CHRISTIAN Y EL FUTURO

por Jimena Vázquez Martín (3º Primaria)

Érase  una vez un niño  de 8 años que se llamaba Christian. Vivía con sus padres y su hermana en Madrid. No era muy respetuoso con el medio ambiente. Tiraba los papeles al suelo, trataba mal a los árboles, quería ir siempre en coche a todos los sitios y no le gustaba nada comer verduras y frutas. Lo odiaba.
Un día, mientras veía una película de cómo seríamos en el futuro, Christian se durmió. De repente, era el año 2.200. Abrió los ojos y apareció en su ciudad, que no era otra que Madrid.
Se encontraba despistado porque la gente comía unas hamburguesas que parecían de plástico por la calle. No había casi restaurantes. Todo el mundo tenía mucha prisa y no podía pararse para comer. Parecía que no necesitaran sentarse. Todos comían de pie en la calle. Todo ello no era otra cosa que la comida rápida.
En Madrid, lucía el sol. Hacía muchísimo calor y una especie de nube envolvía toda la ciudad. El sol le parecía que era más viejo que ayer.
 En la ciudad había poco oxígeno, por tanto, tampoco había muchas plantas. Eso sí, había unos árboles artificiales que producían unos frutos que se llamaban precisamente “artifruit”. Los humanos se habían acostumbrado a comerlos porque no había otra cosa. Christian tenía  hambre y preguntó en una tienda si había golosinas. Ellos le miraron extrañados porque desconocían su significado. A cambio le mostraron unos palitos de “artifruit”, que podía chupar para quitarse el hambre.
Descubrió también que los humanos nacían de una especie de plantas. Se dio cuenta de que todas las personas eran muy parecidas. Como si todas ellas fueran gemelas. El mismo pelo, la misma boca, la misma nariz y el mismo color de piel. Tan sólo se diferenciaban en el color de sus ojos y en que unos parecían hombres y otras mujeres. Pero había poca diferencia.
Todos hablaban el mismo lenguaje, pero no era el español. La lengua de Christian se había convertido en una lengua muerta. Ahora hablaban en una mezcla de idiomas. No entendía apenas lo que hablaban, pues las palabras eran una mezcla de inglés, de español y de chino, que precisamente se había convertido en una de las lenguas más importantes del mundo. Aquello parecía un jeroglífico hablado.
Christian comprobó que había poco agua. Buscó el Manzanares, pero había desaparecido. Se encontró con un campo de tierra seca. ¿Dónde estaba el río junto al que él patinaba los domingos cuando paseaba con sus padres y su hermana?  ¡Qué horror! También había bolsas y algunas latas de “artifuit” tiradas en el antiguo cauce por donde pasaba el río. Empezó a comprender que todo eso había pasado por maltratar el medio ambiente. De repente, Christian notó que se quedaba sin aire. ¡No había oxígeno! ¡Se había acabado!  Intentó gritar pero no pudo. Si nadie lo remediaba se iba a morir.
Con un sobresalto, al fin pudo abrir los ojos y vio que estaba en su casa. La película se había terminado y ahora echaban en la tele un documental de National Geographic sobre lo que hacían algunas personas para cuidar el medio ambiente y lo que debíamos hacer para que en nuestro planeta no desaparecieran las plantas, ni los animales, y pudiéramos disfrutar de las playas, los bosques y los ríos, en general.
Christian tuvo una idea. A partir de ahora cambiaría sus costumbres y empezaría a cuidar el medio ambiente. Se dio cuenta de que lo que había soñado, no le gustaba nada. Y tú, ¿qué haces por mejorar la vida en nuestro planeta?



No hay comentarios:

Publicar un comentario