viernes, 1 de junio de 2012

Cuéntame un cuento - 1º Premio

Finalmente, el cuento seleccionado por nuestro jurado, compuesto por 3 mamás del colegio a las cuales les pasamos vuestros relatos sin nombre, es:

El Campamento de María Rodríguez Pérez de 5º B. ¡Enhorabuena María! El próximo día 15 en la fiesta del colegio te haremos entrega de tu premio, al igual que a los demás premiados y finalistas.

A continuación, podéis leer el cuento de María:

"Después de pesarse en la báscula, Andrés, triste, cogió una vez más la mochila para ir al cole, no podía llegar tarde, encima, hoy era el último día de colegio. Al salir por la puerta de su casa, oyó la voz de su madre:


- ¡Cariño, no olvides despedirte de tus amigos!

- Vaaale, mamá.

Al entrar por la puerta del colegio, oyó la voz de Alejandro y Anabel.

- Eh, tontaina, ¿nos echarás de menos?

- Seguro que el niñito de mamá se pone a llorar cuando le digan que está gordo.

- Ya, pero es la verdad, gordo como una naranja.

¡Ay, a Andrés le sacaban de quicio! no se lo podía decir a un adulto porque si no le llamarían chivato, tampoco se podía poner a llorar porque eso era de niñito pequeño, y tampoco podía dar la cara porque si no se podían meter más con él.

En el patio, Andrés se trajo unas chuches para compartirlas, pero luego…

- No me extraña que estés tan gordo.

- Sí, y además que seas tan egoísta de no dar a tus compañeros de clase…

Andrés le dio una chuche a Elena, una compañera suya, y Alex volvió otra vez a la carga con Anabel:

- Mira que bonito…

- Ya sois marido y mujer.

Andrés estaba contando los segundos que faltaban para terminar el colegio, pero como se le daban mal las mates, decidió dejarlo estar.

En la última clase, la profesora Luna les entregó una circular con información del campamento. Andrés no la miró demasiado y la guardó en la mochila.

Al llegar a casa, casi sin mirar a su madre:

- Mamá, toma la circular

- ¿Qué circular?

- La del campamento

- Hummm…

- ¿Qué?

- Creo que ya va siendo hora de que empieces a relacionarte con tus compañeros. Este trimestre te he visto que venías a casa un poco triste, a veces con lágrimas.

- Mamá, no me lleves a ese absurdo campamento del colegio, además, ya conozco a todos.

- Es verdad, irás al de Toledo, me ha dicho una amiga que es estupendo.

- ¿No será la madre de Alex y Anabel?

- Sí, ella es.

Andrés estaba destrozado, no solo porque tiene que subir una cuesta todos los días, si no porque al día siguiente se iba a un campamento, que es todavía peor que el colegio, porque hay globos de agua, y a él esa idea no le convenció.

“Desearía que Alejandro y Anabel se pusieran en mi piel, para que vieran lo que sufro todos los días” –Pensó Andrés-.

Esa noche era la lluvia de estrellas fugaces, pero Andrés estaba muy agobiado y cansado como para pensar en eso.

Al día siguiente, de camino al autobús que le llevaría al campamento de Toledo, se extrañó de ver un pedrusco enorme cerca de su casa, pero le dió igual.

Al entrar al autobús, buscó con la mirada a Alex y a Anabel, pero no les vió por ningún lado.

- Atención, ya que estamos todos vamos a pasar lista. Alex.

- Presente

Andrés no se lo podía creer, el niño que había levantado la mano era un niño gordito, con pecas, bajo, y con una gorra para atrás. No había duda, era Alex, y al lado su hermana Anabel, con el mismo aspecto que él.

- Hola –dijo Andrés-.

- Hola -respondieron a coro los mellizos-.

- ¿No me vais a insultar?

- No.

- Ahora que somos iguales que tú, como nos burlemos de ti otros niños se burlaran de nosotros, así que…

- ¿Ahora me entendéis?

- Sí.

- Creo que fui yo el que os cambió.

- ¿Cómo?

- Pues creo que deseé que os pusierais en mi piel, y como fue la lluvia de estrellas fugaces… pero voy a intentar devolveros, aunque me volveréis a insultar.

- No, te lo prometemos.

Cuando llegaron a Toledo, después de deshacer las maletas se fueron a dormir para coger fuerzas ya que la día siguiente se iban a escalar una montaña.

- Y recordad, la sorpresa está al final –les dijo el monitor-.

Cuando llegaron al pico más lato, las vistas eran impresionantes

- ¡¡¡¡¡wow!!!!!!

Mientras los niños merendaban, Alex, Anabel y Andrés se fueron a investigar por la montaña.

- ¡Mira! aquí hay una piedra con polvo blanco, rosa, azul, amarillo y rojo. Y brilla mucho.

Andrés la había encontrado detrás de unos arbustos.

De pronto, una luciérnaga se posó sobre el hombro de Andrés, y le dijo unas palabras al oído.

- La luciérnaga dice que tenéis que poner la mano sobre la piedra y con la otra taparos los ojos.

- Ya, claro

- Confiar en mí, por favor. Ahora podría estar jugando con otros niños, pero os estoy ayudando.

Alex y Anabel pusieron la mano en la piedra y cerraron los ojos. Entonces, una luz cegadora recorrió toda la montaña.

- Cariño, no olvides despedirte de tus amigos.

A Andrés esto le sonaba un montón. Pero, ahora estaba en su casa. Entonces lo comprendió todo. La piedra les había hecho retrasar el tiempo, y así ya no pedir ese deseo el día de la lluvia de estrellas.

Fue corriendo hasta el cole, y se encontró con Alex y Anabel.

- Hola Andrés, gracias por ayudarnos, no nos volveremos a meter contigo nunca más.

- Muchísimas gracias Andrés, a mi hermana y a mí se nos ha ocurrido que como deseo podemos pedir que tú seas como nosotros.

- No gracias, de hecho, gracias a ser como soy, os he ayudado, me gusta tal y como soy.

FIN"

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