viernes, 13 de junio de 2014

Entrega de Premios

Esta tarde, durante la fiesta, entregaremos los premios a las ganadoras tanto del concurso del anuario como del concurso de cuentos de la AMPA. Os esperamos a las 19 horas en el Gym, ya que se entregaran antes de que empiece el espectáculo de magia.

A continuación, podéis leer uno de los relatos ganadores.

Doña Ratona y el Sr. Hada

Cuando a un niño o niña se le cae un diente  espera  ansioso a que el Ratoncito Pérez de España o la Hada de los Dientes de Norteamérica vengan por la noche , abran la ventana de la habitación y cambien el diente de debajo de la almohada por una reluciente monedita. Ahora bien, ¿qué pasaría si el Ratoncito Pérez o el Hada de los Dientes no pudiesen realizar su trabajo…?
A   Antonio se le acababa de caer su primer diente al haberse caído de la bici y a Abbie se le había caído tras movérselo durante media hora. Ambos estaban deseando que llegase la noche.
Mientras tanto, en la casa de Don Ratón y Doña Ratona, ella le estaba poniendo el termómetro a Don Ratón, al que le habían detectado anginas.
En casa de El señora y La señora Hada también había un problema, y que la señora hada se encontraba en urgencias porque la estaban escayolando el ala derecha.
Tanto  Don Ratón como La señora Hada estaban preocupados al pensar quien les sustituiría en el trabajo. Don Ratón llamó a su mujer y le explicó que le debería sustituir en trabajo. Doña Ratona lo negó ¿cómo iba a sustituir ella al ejemplar Ratoncito Pérez? Algo parecido le ocurrió al Señor Hada ¿cómo iba a sustituir él a la ejemplar Hada de los Dientes?
Tras muchas explicaciones, de cómo hacerlo Don Ratón se quedó dormido y a La Señora Hada la metieron en la consulta. Ambos emprendieron el viaje, y mira que La Señora Hada le había explicado a su marido que le quedaban seis horas para salir. Los dos tenían una pésima orientación y Doña Ratona se fue Este como si nada, cruzando toda Europa y Asia, cruzando el Estrecho de Bering y topándose con unos cuántos gatos que le hicieron pasar una mala jugada. A su vez estaba El Señor Hada que también se fue al Este cruzando todo el Océano Atlántico y pasando Portugal. Cuando ambos creyeron que ya habían llegado a su destino, Doña Ratona decidió llamar a su marido para recibir indicaciones y El Señor Hada a su mujer. Doña Ratona  se enfadó bastante porque encima que su descripción con el paisaje no coincidía con la de su marido, no entendía porque se había gastado todo el saldo del móvil con una simple llamada. El Señor Hada decidió comunicarse por WhatsApp, que le parecía mejor idea ya que podría mandar fotos. Aunque se las envió todas, al no tener Wi-Fi, su mujer no las recibió .Intentó pedirle el móvil a una mosca pero no entendía su idioma y pensó que era una turista inglesa porque le dijo “hello”, que es lo único que él entiende .Tuvo que llamar. Tampoco coincidían sus descripciones, así que ambas parejas decidieron dejarle el regalo al niño con un diente en su almohada más cercano a su lugar. Tras recibir información de su casa, se pusieron en acción. Doña Ratona recibió las indicaciones de su marido y llegó hasta una casa individual con un jardín trasero y muy grande. Subió las escaleras de la casa, la cual tenía dos pisos y abrió la habitación de una niña llamada Abbie. Estaba dormida y silenciosamente quitó su diente de debajo de la almohada y dejó su monedita. Lo mismo hizo El Señor Hada, que llegó a un bloque de edificios. Tras mirar  en el buzón el piso y letra de él niño al que debía entregar la monedita, subió hasta el octavo, abrió la puerta y llegó hasta la habitación de Antonio. Sin ruido cogió el diente de debajo de su almohada y lo cambió por una reluciente monedita.
Tras haber realizado su trabajo ambos regresaron agotados a sus casas; Doña Ratona hacia España y El Señor Hada hacía Norteamérica.
Al día siguiente, Abbie levantó su almohada y se encontró su monedita. Lo mismo hizo Antonio. Ambos se quedaron pensativos: ¿por qué tenía Abbie un euro en vez de un dólar?, ¿por qué tenía Antonio un dólar en vez de un euro? Ambos asombrados se quedaron pensativos, y al rato, en vez de estar decepcionados; estaban contentos. ¡Eran privilegiados!
Al llegar a casa, Doña Ratona le contó su experiencia a su marido y El Señor Hada a su mujer, y ellos, que eran muy inteligentes, le explicaron lo sucedido a su pareja. Ambas se comunicaron y llegaron a la conclusión de que esto se podría repetir, y así hacer privilegiados a miles de niños de España y Norteamérica.

Lucía Orteu, 6º (Premio categoría 4º a 6º, Concurso de Cuentos AMPA 2014)

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